No cabe ninguna duda que nuestro país conserva un amplio acervo cultural que asombra a propios y extraños. No en vano España es destino turístico preferido de muchos visitantes extranjeros, pero también del mercado nacional. Causa de este atractivo está en nuestro patrimonio cultural, folclórico y etnográfico, pero también en el cada vez más valorado a la vez que amenazado patrimonio natural.
Si sorprendente es el rico contraste de arquitecturas, costumbres, idiomas y gentes, no lo es menos el de relieves, texturas, especies y espacios que modelan nuestra piel de toro.
Con estos amplios márgenes y con la serenidad con la que el tiempo dibuja el paisaje es de esperar encontrar un país de contrastes. Si a todo esto le sumamos calas inaccesibles, acantilados intratables, valles infinitos y sendas impracticables podremos encontrar espacios naturales que apenas han sufrido la huella que sólo el ser humano es capaz de dejar.
Variedad climática, orográfica y geológica, así como la encrucijada de civilizaciones sólo pueden dar como resultado una diversidad biológica sobresaliente llena de senderismos como los de Doñana, Sierra Nevada, Islas Atlánticas, el bosque de Laurisilva de Garajonay, Ordesa, Picos de Europa...
En este libro podrá encontrar apasionantes imágenes obtenidas de playas de fina arena y agua cristalina que en nada tienen que envidiar a paraísos caribeños, escarpadas sierras que apenas dejan lugar a valles densos, llanuras manchegas de horizontes infinitos, montes mediterráneos que alternan bosques densos con claros de series arbustivas, rías que llevan el mar tierra adentro, masas de agua tranquila de lagunas y embalses, así como islotes salpicados frente a nuestras costas o albuferas ricas en vida.
Todo un contraste para disfrute de nuestros sentidos, no sólo para la vista. Estas páginas nos trasladarán el salitre del mar, el olor del romero del piso mediterráneo, la bofetada del Cierzo, el crujir del bosque caducifolio, la quietud de la dehesa, el frío del glacial y el calor de la arena volcánica.